Se lleva tiempo investigando los efectos del cambio horario de invierno – verano, tanto a nivel de ahorro energético como los efectos que, dicho cambio, suponen para la salud.
Este fin de semana, en la noche del sábado 27 al domingo 28, a las 2:00 del domingo serán las 3:00. Entraremos así en el horario UTC + 2 (marzo-octubre).
La Unión Europea ya ha decidido acabar con los cambios horarios, pero hasta que se implante la nueva normativa intentaremos minimizar los efectos sobre nuestro organismo.
Si bien no hay resultados concluyentes sobre la afectación, parece ser que este año debería ser el último en el que se produzcan dichos cambios horarios.
Pero; ¿Qué ocurre en realidad?
Nuestro cuerpo tiene ritmos biológicos, cronobiológicos, o sea: hay ciertas funciones que se realizan a una hora determinada del día. Algunos dependen de la luz solar, por ello es importante el ajuste natural de nuestra vida a dichos horarios.
Se ha evidenciado por especialistas en trastornos del sueño y en estudios de medicina preventiva, que acomodarse al nuevo horario tarde entre 4 y 7 días. Para personas mayores de 50 años, el cambio puede durar más incluso más tiempo. Los más afectados son los enfermos, los niños y nuestros seniors.
Trastornos del sueño como insomnio al acostarse y somnolencia diurna por no haber dormido “bien”, son frecuentes y se relacionan con una “desregularización” de la producción de melatonina, una hormona que ayuda a regular los ciclos de sueño /vigilia.
Ello conlleva mas astenia, cansancio, fatiga lo que repercute en la concentración en el trabajo y el estudio, en cambios de humor y en el rendimiento laboral e intelectual.
Las personas con riesgo cardiovascular elevado, con síndrome metabólico, diabetes, colesterol, hipertensión, pueden aumentar el riesgo de sufrir un accidente cardiovascular.
Las personas con trastornos psicológicos / psiquiátricos como la depresión, migrañas, jaquecas y enfermedades neurológicas pueden empeorar temporalmente hasta regularizar su nuevo horario. Si ya le ocurrió en otros años, no dude en consultar a su médico para que pueda ayudarle.
Estos cambios contribuyen a aumentar la incidencia de accidentes laborales y accidentes de tráfico.
Para afrontar mejor este cambio, os dejo aquí algunas recomendaciones:
Intentar recibir radiación solar por la mañana, ayuda a regular el biorritmo (reloj interno) y aumenta el buen humor.
Avanza los horarios de comidas de forma progresiva, 15 minutos cada día. Eso es especialmente importante en los niños, a los que les facilita la adaptación al nuevo horario. Lo puede empezar a hacer hoy mismo.
Si no has ido avanzando el reloj 10-15 minutos cada día desde antes del domingo, el domingo no duermas una hora más; por la noche tendrás menos sueño y te costará más regularizar el cambio. Pasito a pasito. Día a día.
Evita la siesta del domingo. Esta vez, evitarla, contribuirá a que concilies mejor el sueño por la noche.
Ajusta también tu ritmo de actividad física al nuevo horario de forma progresiva e intenta mantener un horario fijo para comidas y ejercicio. El domingo, en particular, sal al aire libre, aprovecha la primavera y haz ejercicio; contribuirá a normalizar el cambio.
Puedes mantener tus horarios para las comidas, actividad física y hora de levantarte e ir a dormir, así tu cuerpo no percibirá el cambio horario, pero si debes adaptarlo, hazlo de forma progresiva a razón de 10-15 minutos por día. Eso hará más estable tus ritmos cronobiológicos.

Siempre es sano evitar aparatos electrónicos antes de acostarse, pero en estos días es especialmente importante que los evites, si no quieres perturbar más tu sueño.
Aligera tus cenas y adelántalas un poco, una digestión pesada dificulta un sueño de calidad.
Puedes tomar suplementos de melatonina y triptófano, pero siempre pregunta a tu médico cómo hacerlo de forma adecuada.
Alimentos ricos en triptófano, también pueden ayudarte; los frutos secos como las semillas de girasol y calabaza que las puedes añadir a tu ensalada, el sésamo y el tofu son ricos en triptófano, uno de los aminoácidos esenciales en tu alimentación. También los encuentras en lácteos, huevos, soja y el alga espirulina, y en proteínas completas como en los mencionados huevos y leche, así como en carne roja y pescado.
¡¡Feliz cambio!!